Bajo el cuento de reivindicar los años perdidos, la revolución del coronel bolivariano hace tiempo sufre frecuentes metamorfosis ideológicas, que van desde importantes compras en las bolsas de valores de Tokio y Nueva York, hasta la construcción de imponentes infraestructuras turísticas en Republica Dominicana con una inversión superior a los 5 mil millones de dólares.
Los socios de la revolución con la plata del petróleo venezolano, se están convirtiendo de la noche a la mañana, en los nuevos jeques del Jet Set internacional, con yates lujosísimos donde realizan sus paseos por el Caribe en costosas naves valoradas en decenas de millones de dólares.
En el escándalo más reciente, un sobrino de Hugo Chávez, compro en efectivo un lujoso piso en Santo Domingo, valorado en 700 mil dólares. La compra no podía pasar desapercibida por ser hecha en efectivo y por un joven de solo 24 años de edad de profesión estudiante.
La feria de la alegría continua en los íntimos del dictador, que de peones desempleados, ahora son presidentes de cadenas de hoteles, poseen departamentos, casas, yates y gordísimas cuentas en bancos europeos, chinos e iraníes.
El cuento de la revolución ha creado más millonarios que nuevos empleos. Son ya 4 millones de desplazados políticos venezolanos que han tenido que abandonar su país por persecución política de la dictadura. En este mismo momento mientras usted lee estas líneas un nuevo rico está naciendo en Caracas y un nuevo empleado pierde su trabajo por la falta de competitividad y productividad de la economía venezolana.
Hoy existen más venezolanos que cubanos desplazados por el odio y la confrontación fratricida, el coronel con sus nuevos poderes se alista a trazar un nuevo rumbo a su revolución con la implantación de un poderoso sistema de censura pública, terrorismo psicológico y compra masiva de voluntades con la chequera de los petrodólares.
Héctor Ygonet Céspedes
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